La pandemia ha supuesto un cambio del paradigma en un diverso abanico de ámbitos, como el consumo energético, la alimentación y el ocio. La educación y la enseñanza forma parte de estas nuevas tendencias, jugando un papel crucial en el entramado social y en la economía de España. La Encuesta de Población Activa (EPA) publicada en 2021 por el Instituto Nacional de Estadística (INE) refleja, entre algunas de sus principales conclusiones, que el número de “ninis”– principalmente jóvenes de entre 16 y 29 años que ni estudian ni trabajan y que tampoco se encuentran en formación activa en España- aumentó en el año de la pandemia hasta 1,09 millones.
El estudio achaca este hecho a que, durante los meses de confinamiento, en el año 2020, se paralizaron por completo las actividades presenciales, dañando el tejido de importantes sectores para la economía española. Esto provocó un aumento de la tasa del paro dos puntos porcentuales con respecto a los mismos trimestres de 2019, alcanzando el máximo en el tercer trimestre de 2020 con 16,3 por ciento, según datos también de la EPA.
Con un año terminado con 622.600 puestos de trabajo destruidos y 527.900 desocupados más, la cifra total llegó hasta los 3,71 millones de parados. Un panorama demoledor que dejaba a los más jóvenes un futuro incierto y, sobre todo, desesperanza.
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