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Compromisos para mejorar la educación de los refugiados

By 25 noviembre 2021No Comments
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En diciembre del 2019, ACNUR organizó el primer Foro Mundial sobre Refugiados (GRF, por sus siglas en inglés) con el propósito de fortalecer las acciones para cumplir con lo acordado en el Pacto Mundial para los Refugiados. La Red Interinstitucional para la Educación en Situaciones de Emergencia (INEE) se unió al grupo de Copatrocinadores de Educación del GRF, y además codirigió el equipo de tareas del GRF sobre emergencias educativas, contribuyendo al Marco Mundial para la Educación de los Refugiados. Entre los cuatro compromisos que la INEE asumió en el GRF, se encontraba el de “Fortalecer el apoyo interinstitucional para una educación de calidad inclusiva y equitativa durante el desplazamiento a través de la promoción global, el desarrollo de capacidades, la gestión del conocimiento y la generación de evidencia».

Como parte de ese compromiso, en julio del 2020 la INEE organizó una serie de mesas redondas virtuales en árabe, inglés, francés, portugués y español con el apoyo del ACNUR, con el objetivo de escuchar directamente a estudiantes refugiados y desplazados de Angola, Burundi, Irak, Líbano, Kenia, Palestina, Ruanda, Siria, Sudán del Sur, Yemen, Colombia y Venezuela, y a sus docentes, acerca del impacto del COVID-19 en su educación.[1]

Las mesas redondas permitieron conocer experiencias compartidas de los jóvenes refugiados, por ejemplo, las crecientes barreras a la educación durante la pandemia y el deseo de una educación continua en medio de esta emergencia educativa mundial. Estos debates, que reunieron a los jóvenes y docentes refugiados junto con funcionarios del Ministerio de Educación, agentes de la sociedad civil, y representantes de las Naciones Unidas, pidieron soluciones prácticas para abordar la complejidad adicional a la que se enfrenta la educación de los refugiados considerando la crisis del COVID-19.

Cuatro mensajes clave se recogieron en los debates:

  1. Escuchar a los niños, niñas y jóvenes refugiados y permitirles participar en las decisiones que afectan su educación, en consonancia con los principios de participación de la comunidad establecidos en las Normas Mínimas para la Educación de la INEE: Preparación, Respuesta y Recuperación.
  2. Garantizar un acceso igualitario a la educación de calidad para todos los niños, niñas y jóvenes refugiados, incluyendo el acceso a educación a distancia de calidad durante y después de la pandemia del COVID-19. El derecho a la educación no se interrumpe en situaciones de emergencia o como resultado de desplazamientos forzosos. Los niños, niñas y jóvenes refugiados y desplazados internos (IDP, por sus siglas en inglés) tienen derecho a la educación y a la esperanza de un futuro mejor.
  3. Los gobiernos de acogida deben garantizar que la documentación y la certificación de los refugiados y migrantes no sean una obstáculo para acceder a la educación. Esto podría incluir, por ejemplo, la adopción del Pasaporte UNESCO de calificaciones para refugiados y migrantes vulnerables (UQP, por sus siglas en inglés).
  4. Los organismos de apoyo a los refugiados y migrantes deberían garantizar un mayor acceso universal a las tecnologías digitales para los refugiados y migrantes, y garantizar un acceso equitativo para las niñas y las mujeres a la tecnología.

¿Cómo era la educación de los refugiados antes y después del COVID-19?

En los cinco debates de mesa redonda salieron a la luz problemas consistentes que afectaban a las comunidades de refugiados, desplazados internos y migrantes que accedían a la educación antes y después del COVID-19. Se podrían clasificar de la siguiente manera:

  • Desigualdad de acceso a una educación de calidad antes del COVID-19 y a una educación a distancia de calidad después del COVID-19: la mayoría de los participantes destacaron que los desafíos existentes (tales como una educación de mala calidad, la falta de infraestructuras, recursos limitados, una mala calidad de la enseñanza, etc.) se agravaron después del COVID-19. Como dijo un participante:

“Aunque todo el mundo se ha visto afectado por el COVID-19, algunos se ven más afectados que otros.” La desigualdad de acceso se manifestó en la diferente disponibilidad y costo de las tecnologías necesarias para utilizar los materiales de aprendizaje (p. ej. radio, televisión o Internet). Por ejemplo, un refugiado de Siria destacó: “No podemos recibir educación en línea debido a la escasez de electricidad y a la mala conexión de Internet.” O desde Líbano: “Antes del COVID podíamos ir a la escuela y recibir clases presenciales, pero después del COVID-19 y los cierres, ya no podíamos hacerlo. Teníamos que asistir a clases online. Este es un gran problema en el Líbano, ya que a menudo no hay electricidad ni acceso a Internet. Este problema ha empeorado debido al COVID-19, todo es caótico en el Líbano.” La falta de conexión y de electricidad también puede ser debido a la pobreza: “…la educación está en segundo plano porque temen ser desalojados o quedarse sin comida”. Vivir en lugares rurales o aislados, a menudo significa que los estudiantes refugiados o desplazados internos están particularmente desfavorecidos. Muchos participantes también hablaron de la falta de equipos disponibles. Destacaron: “…no tienen acceso a dispositivos, radio o televisión; y tienen que compartir con varios hermanos, entre otras cosas, un teléfono móvil.” Los niños y niñas con necesidades especiales también tenían un acceso desigual (y a veces no tenían acceso) a la educación a distancia. “En Kenia, las personas con discapacidades se enfrentan a muchos desafíos físicos, auditivos y visuales, entre otros. Un niño o una niña ciego/a o con discapacidad auditiva tiene dificultades para adquirir conocimientos informáticos.”

  • Falta de preparación: “Los sistemas educativos están paralizados y son incapaces de responder técnicamente.” La falta de preparación en la enseñanza de la educación en remoto y a distancia de calidad se reiteró en todos los debates, en concreto: “En el sistema educativo de Honduras no estábamos preparados para esta transferencia hacia una educación no basada en el aula. Tomar decisiones oportunas es importante».

Muchos participantes hablaron de la falta de conocimiento de los docentes, padres, madres, niños y niñas al utilizar las tecnologías para acceder a la educación; y de la escasa formación de los docentes en la enseñanza de la educación a distancia, lo que exacerba la desigualdad. Para algunos participantes, la falta de preparación también implicaba la orientación o las políticas limitadas que provenían de los gobiernos. Esto se tradujo en una mala coordinación, concretamente: “En Uganda no hay coordinación para los exámenes. Podemos elegir cualquier programa de radio o televisión para estudiar y todos son diferentes.”

  • Cuestiones de integración: Para algunos participantes, la cuestión principal en términos de integración efectiva en los países de acogida era el problema de la certificación o la documentación, que limitaba su acceso a la educación incluso antes del COVID-19: “Los procedimientos y los requisitos de los certificados y documentos limitan o retrasan el proceso de acceso a la educación”. Existe la preocupación de que, en algunos casos, los gobiernos estén utilizando esto para no cumplir con los derechos humanos de los refugiados en educación. Los diferentes idiomas y sistemas educativos también hicieron aún más difícil el acceso o el uso de la educación a distancia y online después de la aparición del COVID-19. Como dijo un participante: “El idioma es un desafío. Es difícil entender el plan de estudios en un idioma diferente.” También dio lugar a que situaran a los niños y niñas en cursos más bajos que en los que habían asistido en su país de origen.
  • Impacto psicológico del COVID-19: La ansiedad, el estrés y la sensación de aislamiento resultantes de diversos aspectos del COVID-19 se mencionaron en todas las mesas redondas. Por ejemplo: “Los estudiantes viven en condiciones psicológicas difíciles debido a la cancelación de exámenes y a no saber su destino.” Para muchos estudiantes en particular esto llevó a una pérdida de esperanza y a una sensación de frustración y ansiedad, ya que las oportunidades que habían estado disponibles antes del COVID-19 no estarían disponibles después. Para un participante: “El COVID-19 se ha llevado cualquier certeza o capacidad de planificar el futuro.” Y para otro: “Esta crisis es un impedimento para soñar.”

 

Recomendaciones para la acción

Si bien muchos de los jóvenes participantes desplazados destacaron la perturbación que ha causado el cierre de escuelas y la falta de acceso a la educación a distancia, así como los estragos que había traído la crisis del COVID-19, no habían perdido la esperanza. A lo largo de las 5 mesas redondas, sin considerar los contextos, surgieron una serie de experiencias compartidas. Los jóvenes desplazados (y otros participantes) tenían claro que era necesario adoptar medidas urgentes y surgieron las siguientes recomendaciones:

  1. Garantizar la igualdad de acceso a una educación de calidad para todos, incluida la educación a distancia de calidad y las oportunidades para la educación terciaria.
  • Mejorar el acceso a tecnologías adecuadas para proporcionar educación a distancia de calidad. Por ejemplo, proporcionando datos gratuitos/wifi/equipo, etc. en los campos de refugiados y para los migrantes urbanos y otras personas desplazadas, así como el acceso a la tecnología en lugares rurales remotos.
  • Capacitar a los docentes para ofrecer una educación a distancia de calidad, incluso a través del uso de la tecnología y apoyar a los padres y cuidadores para que puedan apoyar el aprendizaje en el hogar.
  • Tener un sistema más individualizado de provisión para la educación a distancia que incluya a los niños y niñas con necesidades especiales.
  • Desarrollar múltiples estrategias para ofrecer una educación a distancia que incluya opciones sin tecnología y de tecnología baja y alta: en línea, radio, televisión, lecciones grabadas, copias en papel, etc.
  • Mejorar las oportunidades para que los refugiados accedan a la educación terciaria. Esto incluye la ampliación de las becas y la financiación de los estudiantes que ya han comenzado la educación terciaria.
  1. Preparación para futuras emergencias y para reabrir escuelas.
  • Incluir a las comunidades de refugiados, a los desplazados internos y migrantes y a los docentes y padres en la toma de decisiones para futuras emergencias. Utilizar redes de radio locales para la comunicación.
  • Mejorar el sistema educativo para atender futuras crisis y gestionar la educación a distancia. Esto incluye la creación de capacidades de los docentes en modalidades digitales.
  • Evaluar las necesidades de los diferentes grupos de población y adaptar las respuestas para adaptarse a ellas.
  1. Resolver problemas de documentación y certificación de estudios para refugiados y otras personas desplazadas.
  • Asegurar que los niños, niñas y jóvenes desplazados se integran en el sistema educativo nacional de la comunidad de acogida, de acuerdo con la capacidad académica y el nivel de la educación en su país de origen, independientemente de la falta de certificación o certificados de nacimiento.
  • Enseñar idiomas locales al desarrollar materiales de educación a distancia para los refugiados y otras personas desplazadas, para que puedan tener acceso a los planes de estudio nacionales.
  1. Fortalecer los enfoques de apoyo intersectorial y psicosocial (PSS).
  • Desarrollar e implementar políticas inclusivas y priorizar el apoyo a los grupos vulnerables, incluidos aquellos con necesidades especiales.
  • Fortalecer y construir sobre los activos existentes de PSS, tales como el proyecto “Socio Emocional 100” en Colombia, desarrollado junto con el Ministerio de Educación.
  • Ampliar los programas de protección social (salud, nutrición, alimentación escolar, protección) a las familias para asegurar que los estudiantes permanezcan en el sistema educativo, centrándose en las áreas vulnerables.
  1. Fortalecer las respuestas de género ante el COVID-19.
  • Centrarse en las campañas de regreso a la escuela, en especial en las niñas, incluidas las que han sido forzadas a contraer matrimonio precoz y/o están embarazadas o tienen hijos pequeños.
  • Mantener las escuelas abiertas [con higiene segura y distanciamiento social] como una forma de protección para las niñas y las mujeres jóvenes en riesgo de violencia física o sexual, matrimonio precoz o embarazo. Esto incluye garantizar mejores instalaciones de agua, saneamiento e higiene, no sólo para las niñas, sino para todos los estudiantes.
  1. Mejorar la coordinación de la respuesta ante el COVID-19 entre todos los actores.
  • Colaborar con jóvenes refugiados, docentes y líderes comunitarios
  • Coordinar acciones para evitar duplicar esfuerzos y llegar a áreas donde  normalmente no llega el apoyo.

La pandemia del COVID-19 ha afectado a los niños, niñas y jóvenes, a sus padres y cuidadores, a los docentes y a las comunidades de casi todos los países del mundo. La crisis educativa mundial resultante tendrá repercusiones generalizadas y a largo plazo. La crisis actual está agravando las circunstancias ya desafiantes y a menudo traumáticas de todas las comunidades ya afectadas por crisis y para todos los desplazados por la fuerza. Por lo tanto, la inclusión de los niños, niñas y jóvenes refugiados, desplazados internamente y migrantes en los sistemas educativos debe ir acompañada de un fortalecimiento del sistema, que requiere el apoyo de los agentes humanitarios y del desarrollo.

Es necesario que los gobiernos tomen medidas urgentes como principales portadores del deber de proteger y cumplir con el derecho a la educación de los desplazados internos y de los niños, niñas y jóvenes migrantes y refugiados.

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