«Cuánto más demos por enterrado el pacto educativo, más tendremos que resucitarlo. El pacto educativo es un mínimo para la convivencia democrática. Y lo es todavía más en una sociedad en la que el desarrollo personal, la condición de ciudadano y el acceso a un trabajo digno están determinadas por las oportunidades para aprender.
Ahora bien, el pacto educativo de hoy poco tiene que ver con el que hemos tenido en nuestro imaginario las últimas décadas. Una realidad social distante de la que fraguó el consenso constitucional de 1978, además de sujeta a un acelerado proceso de transformación, demanda nuevos procedimientos, nuevos principios y nuevos actores.
Se trata de abrir un proceso que no puede conformarse con adaptar la educación a un mundo incierto, sino que debe aspirar a que, desde la educación, la sociedad recupere el control sobre su destino común».
En el artículo de esta semana, Alfonso González Hermoso de Mendoza, Presidente de la Asociación Espacios de Educación Superior, y Carlos Magro Mazo, Presidente de la Asociación Educación Abierta, desarrollan este tema en profundidad, aportando sus puntos de vista.
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