La Universidad de Burgos (UBU) y la Plataforma de Edificación Passivhaus (PEP) [1], conscientes de que las ventajas de los edificios pasivos son aplicables a cualquier tipo de inmuebles, pensaron que su aplicación, resultaba especialmente interesante, en los centros educativos, porque sus usuarios son mucho más sensibles a la calidad ambiental interior, porque es en ese tipo de edificios donde nuestros hijos e hijas pasan una parte importante de su tiempo y porque, en ellos, pretendemos que estén concentrados para educarlos.
Para ello, llevaron a cabo un estudio, que presentaron en octubre de 2020, analizando las condiciones de confort interior y la calidad ambiental en una amplia muestra de centros educativos monitorizando un colegio de cada capital de provincia y poder disponer de datos objetivos.
Las conclusiones del informe son contundentes y no dejan lugar a dudas: las condiciones de confort y calidad ambiental interior de los centros escolares españoles son pésimas de manera generalizada, independientemente de las zonas climáticas, de la tipología de los colegios, su antigüedad, ubicación y casuística particular.
Según el Informe, los centros educativos de nuestro país, y por extensión las aulas en las que estudian nuestros hijos e hijas no mantienen las condiciones adecuadas de ambiente interior, referido a condiciones higrotérmicas y concentración de CO2.
Condiciones que, además de afectar al rendimiento escolar, también guardan relación directa con la salud. Y es que, garantizar unas condiciones adecuadas de ambiente interior y de ventilación de los espacios tiene relación directa con la salubridad de estos, por ejemplo, como prevención de la transmisión aérea de virus y enfermedades, como es el caso de la familia de los coronavirus, especialmente relevante en centros educativos.
Se han validado un total de 708.375 parámetros (en 141.675 mediciones) en 36 colegios repartidos por toda la geografía española durante un año lectivo.
Del análisis se extraen diferentes conclusiones en función de la referencia utilizada. Si nos fijamos exclusivamente en la temperatura ambiente y la humedad relativa (es decir, el confort higrotérmico), nuestros hijos solo estudian casi un 68% del tiempo en condiciones adecuadas. Dicho de otro modo, pasan prácticamente un tercio de sus horarios escolares estudiando en circunstancias no aconsejables.
La situación empeora si valoramos exclusivamente los niveles de CO2 (p.p.m.). En este caso, descubrimos que solo estudian cerca del 32% del tiempo en condiciones adecuadas. En otras palabras, se ven sometidos a un ambiente no recomendable en cuanto a CO2 en más de dos tercios del horario en el que se encuentran en los colegios.
Pero esto no es un análisis completo. Si cruzamos ambas mediciones, podemos comprobar cómo realmente nuestros hijos estudian en condiciones inadecuadas de confort durante el 84% del tiempo, es decir, cinco de cada seis horas que pasan en los centros escolares.
Independientemente de la zona climática de los centros escolares monitorizados en el estudio, tienen periodos de tiempo muy bajos con adecuados niveles de confort y calidad ambiental interior, oscilando entre el 11,5% en el peor de los casos y el 20,5% en el menos malo.
La buena noticia es que revertir esta situación es, según el informe, perfectamente viable. Por el contrario, no hacerlo tiene efectos demoledores: no nos permitirá garantizar unas condiciones mínimas de confort y calidad ambiental a nuestros hijos, nos obligará a destinar importantes cantidades de gasto corriente todos los años para intentar climatizar estos espacios, cantidades que impedirán ser destinadas a una adecuada inversión en rehabilitaciones y nuevos edificios correctamente diseñados, y finalmente, nos hurtará la posibilidad de educar en eficiencia, sostenibilidad y responsabilidad con el mejor método posible, que no es otro que el del ejemplo.
Surge aquí, una oportunidad para exponer la situación y analizarla con claridad y sin alarmismo, porque la situación es perfectamente reversible si nos lo planteamos y acometemos un plan de acción ordenado y transversal. Un plan que no solo se limite a la acción constructiva, que traslade los datos a la comunidad educativa en su conjunto para que en paralelo se puedan desarrollar acciones educativas con relación al confort, la calidad ambiental, la incidencia de nuestros edificios en nuestra salud y en el medio ambiente, así como nuestra gran capacidad de acción y responsabilidad social.
[1] Asociación sin ánimo de lucro formada por más de 700 socios en toda España, en su mayoría técnicos y personas vinculadas al sector de la construcción y comprometidos con la eficiencia energética y el desarrollo sostenible. Su principal actividad es la difusión de las grandes ventajas que aportan los edificios pasivos certificados. Vivir mejor con menos energía, facilitando herramientas y conocimiento para conseguirlo.