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El éxito en la educación primaria y secundaria

By 14 octubre 2021octubre 20th, 2021No Comments
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El Consejo Escolar del Estado, en su Informe sobre ‘El éxito en la educación primaria y secundaria’, analiza diferentes aspectos de los sistemas educativos de Alemania, Canadá, España, Estados Unidos, Francia, Italia, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, y Suecia, concretamente, la estructura de la educación primaria y secundaria, el paso de curso y repetición en ambas etapas, la certificación de los estudios y orientación en el tránsito de la educación secundaria baja a la alta y el abandono temprano de la educación y la formación.

El informe señala que el éxito en estas etapas educativas forma parte de los principales objetivos de la educación de todos los países. Se considera que, en la sociedad del conocimiento, la educación es condición esencial para procurar la riqueza del país y de sus ciudadanos y ciudadanas, así como para lograr la cohesión social, y constituye el medio más adecuado para desarrollar al máximo las capacidades de la juventud.

Justifica este informe el hecho de que ‘la legislación española destaca, desde 1990, la necesidad de desarrollar en alumnos y alumnas hábitos de estudio y trabajo que los preparen para su incorporación a estudios posteriores y para su inserción laboral, a la vez que les forman para el ejercicio de sus derechos y obligaciones como ciudadanos. La educación primaria y secundaria establecidas en dicha fecha (LOGSE) y consolidadas en fechas posteriores (LOE, LOMCE) tienen como objetivo procurar el éxito de todo el alumnado, que debe estar en condiciones de alcanzar los fines y los principios establecidos en ambas etapas para concluir la Educación Secundaria Obligatoria.

Sin embargo, los resultados obtenidos en los últimos treinta años, a juzgar por los porcentajes de alumnos y alumnas que no obtienen el título de la ESO a la edad esperada, han sido insatisfactorios, entre el 20 % y el 25% en las últimas fechas, y han dado lugar a la extensión del poco afortunado concepto de “fracaso escolar” entendido como un problema del alumno o alumna y no del sistema.’

El Consejo Escolar del Estado trata en este estudio, con datos de las estadísticas oficiales europeas (EUROSTAT, EURYDICE), las fuentes de cada uno de los países y estudios internacionales como PISA y Education at a Glance de la OCDE, de analizar la realidad y las circunstancias que explican el éxito educativo en buena parte de los países considerados, los matices de dicho éxito, pero también los del fracaso en aquellos casos en los que se produce.

Teniendo en consideración los procedimientos utilizados para el paso de curso, en los países en los que este paso es prácticamente automático, como los países anglosajones y nórdicos, camino que ha sido emprendido, con el fin de disminuir la repetición, por países con planteamientos similares a los nuestros durante tanto tiempo, como Francia, Italia o Alemania, muestran que España también lograría la disminución de la repetición, adoptando un conjunto de medidas, que en unos u otros países, hacen posible ese éxito hoy prácticamente universal para su alumnado.

 

 

 

 

 

 

 

Medidas que sería necesario adoptar en España para disminuir la repetición

En primer lugar, habría que reconsiderar los excesivos contenidos de los currículos, su enseñanza y, sobre todo, la adquisición de los aprendizajes imprescindibles por parte del conjunto del alumnado. Los aprendizajes deben estar en muy estrecha relación con las competencias básicas que se han de trabajar desde las diferentes áreas y materias.

Estos aprendizajes imprescindibles y las dificultades que plantean, individuales y colectivas, deberían pasar a ser el objetivo principal al que deberían responder la dotación de equipos docentes y la organización de la metodología y el trabajo del profesorado. Debería utilizarse la repetición de los aprendizajes no consolidados a lo largo de cada curso como el instrumento esencial para consolidar dichos aprendizajes por parte de todo el alumnado, y no la repetición de curso.

La renovación metodológica, el trabajo en equipo y la atención en los aprendizajes imprescindibles exigen una auténtica renovación de la formación del profesorado y de su trabajo en equipo.

Los proyectos de centro deberían hacer posible la organización de los espacios y las aulas orientados a las necesidades de renovación metodológicas, al trabajo flexible en equipo y a la codocencia en los mismos espacios, en lugar de recurrir a la separación de alumnos según sus ritmos de aprendizaje.

Sería necesario renovar la normativa que regula la evaluación, la repetición y el paso de curso. Las decisiones sobre la promoción de curso deberían basarse realmente en la evaluación interna y colegiada de las competencias básicas. Para ello, será preciso que todo el equipo docente que atiende a un grupo de alumnos pudiera trabajar y evaluar las competencias colegiadamente y, en consecuencia, también el rendimiento alcanzado.

De proceder así, la promoción de curso podría ir acompañada de la orientación que supone para el equipo docente del siguiente curso la descripción de los resultados de evaluación de competencias y del rendimiento académico en cada una de las materias. Al pasar al curso siguiente, el nuevo equipo docente podría proponer la repetición de aquellos aprendizajes fundamentales de las materias, o parte de materias, no aprobadas por los alumnos en el curso anterior, siempre que eso sea imprescindible para la continuación de los aprendizajes nuevos. De esta forma se evitaría la repetición de curso completo y que los alumnos y alumnas tengan que volver a cursar materias que ya han superado.

Todas estas medidas irían encaminadas a hacer posible que la repetición solo fuera realmente un recurso excepcional, como señalan las leyes educativas y como ocurre en los países señalados.

Respecto a la certificación y orientación en el tránsito de secundaria baja a secundaria alta, en todos los sistemas educativos de los países de la comparación se ofrece al final de la educación secundaria baja un tipo de oferta formativa para todo el alumnado, distinta de la repetición, aun en el caso de que las certificaciones obtenidas no representen, en el expediente del alumno, un “éxito” educativo indudable. Dicho de otro modo, parece que generalmente se considera que no existe para un alumno el “fracaso” tal como lo entendemos en España, un obstáculo para continuar algunos de los itinerarios formativos que ofrece el sistema.

Nuestro título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria es una certificación con carácter selectivo (el alumno o alumna que no lo obtiene no puede seguir ninguna oferta de estudios) y con un débil carácter orientador, pues su obtención no condiciona la elección por parte del alumnado de la formación posterior.

 

 

 

 

 

 

 

Medidas que podrían contribuir a que todo el alumnado tenga futuro formativo una vez finalizada la ESO

En primer lugar, el Título de la ESO representa hoy una certificación singular en comparación con las de los países considerados, como se ha señalado. El título supone una barrera educativa para aquellos alumnos y alumnas que no lo obtienen. Sería necesario otorgar al título el carácter de una certificación para todos los alumnos y alumnas, que incluyera sus respectivas calificaciones, suficientes o no, y habilitara el acceso a todo el alumnado a distintas vías formativas, las actualmente existentes y una tercera, como existe en todos los países descritos.

En segundo lugar, se ha insistido en este apartado en que, en todos los países estudiados, además de las dos vías, académica y profesional, existe al menos una tercera que con diferentes nombres (en buena parte de los casos incluyen el concepto de “aprendizaje”) es la opción que se ofrece como alternativa a los alumnos que no están en condiciones de progresar con éxito en las dos vías convencionales, general o profesional. Plantear en España una solución similar para el alumnado que en el sistema actual no obtiene el título exigiría abrir esa tercera vía, de aprendizaje, posterior a la secundaria obligatoria (independiente, por tanto, de la actual Formación Profesional Básica) que daría futuro formativo, también, a todo el alumnado español.

Finalmente, las evaluaciones internacionales y las nacionales de diagnóstico señalan el efecto positivo que tiene en los resultados del alumnado el hecho de que las familias y el conjunto de la sociedad manifiesten unas elevadas expectativas sobre el éxito de todos los alumnos y alumnas y sobre el trabajo del profesorado. Habría que contribuir, además, al desarrollo de una cultura docente y social sobre la educación que se incline decididamente en favor del éxito efectivo real y universal de todo el alumnado en las etapas obligatorias.

El Informe también analiza la reducción del abandono temprano de la educación, que, junto a la formación y la titulación en educación superior, son los objetivos principales de la Unión Europea (ET 2020). El objetivo de la UE es disminuir el abandono de modo que no afecte a más del 10 % de los y las jóvenes. Este es un compromiso de los países europeos que ya alcanza prácticamente el promedio de la UE y alguna Comunidad Autónoma española.

El objetivo persigue el bien individual de cada uno de los jóvenes, lo cual supone una mejor formación, y el bien del conjunto de la sociedad, por los beneficios económicos, culturales y de salud que para todos los ciudadanos proporciona una población con más educación. Ahora bien, entendemos que se podría expresar el objetivo en positivo: que al menos el 90 % del alumnado continúe estudios generales (bachillerato), formación profesional (ciclos formativos de grado medio) formación de aprendizajes de iniciación profesional (formulados ya en la mayoría de los países) y que los culmine con éxito. Esta formulación en positivo, y más ambiciosa, es la utilizada en países como Estados Unidos o Canadá, que también superan este objetivo.

Se cierra este estudio con una reflexión sobre el impacto que las condiciones de la repetición, el título español de la ESO y las elevadas cifras de abandono tienen sobre la formación finalmente alcanzada por la población española joven adulta (entre 25-34 años). Este indicador del impacto de la educación en la formación de la población adulta de los países permite valorar mejor hasta qué punto los sistemas educativos proporcionan una sólida educación y formación a la mayoría de sus jóvenes. Dicho de otro modo, viene a ofrecer una visión resumida del nivel de “éxito” alcanzado en las diferentes etapas educativas, particularmente en secundaria.

Para España es un resultado decididamente insatisfactorio, pues pone de manifiesto que ese conjunto de dificultades señaladas en este informe, que se inicia con la repetición de curso en primaria y secundaria, continúa con la barrera que supone el Título de la ESO y culmina con el abandono temprano de la educación y la formación, se acumulan hasta dar como resultado que, cerca del 33 % de españoles de entre 25 y 34 años, no alcanza la formación considerada como objetivo esencial.

El mal educativo español descrito lo sufren todos los jóvenes que repiten, no titulan y, finalmente, abandonan el sistema educativo. Pero lo sufren también a lo largo de su vida, a la que se enfrentan con una formación menor que sus conciudadanos europeos o de otros países desarrollados. Y lo sufre el conjunto de la sociedad, que desperdicia talento, capital humano, riqueza y cultura colectiva.

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