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Apertura en el MEFP del Foro ‘El Currículo a Debate, un currículo para una sociedad que avanza’ (I)

By 20 enero 2021febrero 24th, 2021No Comments
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El Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) celebró en diciembre cuatro jornadas virtuales en torno a la reforma del currículo que necesita nuestro sistema educativo. El foro, denominado ‘El Currículo a Debate, un currículo para una sociedad que avanza’, inaugurado por la ministra de Educación y FP, Isabel Celaá, y clausurado por el secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana se lanzó con el propósito de impulsar un debate constructivo y plural en torno a la reforma del currículo escolar necesaria para afrontar los desafíos del futuro. La nueva ley educativa, que entrará en vigor el 19 de enero, fija precisamente el marco de una reforma del currículo hacia uno más competencial. El objetivo es avanzar hacia un sistema educativo más moderno y más equitativo, con una mayor personalización de los aprendizajes.

Las jornadas contaron con la participación de todos los actores implicados, como profesorado de todos los niveles educativos, directores de centros, así como representantes políticos y de organismos internacionales (OCDE, UE, OEI). Intervinieron también responsables de diversos colectivos del sector con el objetivo de dar voz a distintas opiniones, compartir conocimientos de la mano de los expertos y conocer buenas prácticas que puedan servir de inspiración. También se abrió un buzón de participación ciudadana.

Con este foro, se da continuidad a la reflexión en torno a la mejora del sistema educativo lanzada hace dos años, con un primer evento centrado en los ‘Desafíos y propuestas sobre la profesión docente’, donde se abordaron temas como la formación inicial, la inducción a la profesión docente y la formación permanente y evaluación.

Se abre un proceso de reflexión conjunta, señalaba la ministra, para la construcción de un currículo moderno para una sociedad que avanza.

Todo currículo expresa las intenciones educadoras de una sociedad en un momento histórico determinado. Siempre expresa un propósito para construir, desde la escuela, una ciudadanía democrática, culta y competente, y en la construcción de este propósito común hemos de participar todos, porque en última instancia estamos perfilando la cultura pública que nos rodea como país y en la que serán preparadas las nuevas generaciones para desenvolverse e incidir en su futuro personal y colectivo.

El currículo entendido como cultura pública, reúne y cultiva los conocimientos, los valores y las competencias que como sociedad hemos acordado o acordaremos como necesarios y fundamentales, así como los enfoques metodológicos que nos ayudarán a concretarlos en el aula en función de las distintas edades y etapas.

Queremos contar, señalaba Celaá, con la máxima pluralidad para integrar todos los matices posibles con estos foros abiertos y participativos con un buzón de aportaciones. Para enriquecer, todos juntos, un nuevo currículo que sirva para la transición digital, siempre en el horizonte 2030 y en el marco europeo de educación. Un currículo que aporte sentido y valor a las trayectorias vitales de nuestro alumnado. Para ello el MEFP ha lanzado un documento base: ‘la reforma del currículo en el marco de la LOMLOE’.

En el primer foro, con expertos, gestores, sindicatos y movimientos de renovación pedagógica se ha debatido sobre si nuestro sistema educativo necesita un nuevo currículo[1]:

·         Diseñado en función de los principios, la visión, los valores y las competencias definidas en el perfil del alumnado que se desea formar, capaz de ejercer una ciudadanía activa, responsable y comprometida en un futuro incierto.

·         Que defina unos aprendizajes esenciales que garanticen un aprendizaje común, respondiendo al mismo tiempo a las necesidades de un alumnado y unos contextos de aprendizaje cada vez más heterogéneos.

·         Que sea inclusivo, comprehensivo y flexible, para favorecer el aprendizaje de todo el alumnado y reducir la repetición, el absentismo, el fracaso y el abandono temprano.

·         Que, sin producir rupturas radicales con el modelo anterior, favorezca los enfoques multidisciplinares y las innovaciones metodológicas que favorecen la adquisición de las competencias.

·         Que favorezca la convergencia con los sistemas educativos de la UE.

 

 

El segundo Foro, con profesorado y familias, ha debatido sobre qué cambios necesita hacer el currículo para hacerlo más contemporáneo, para adaptarlo a las necesidades de nuestra sociedad, sabiendo que los cambios que se deben acometer deberán tener en cuenta los siguientes factores[2]:

·         Manejar adecuadamente la tensión entre innovar y avanzar decididamente, pero, al mismo tiempo, no desconcertar innecesariamente a la comunidad escolar, asumiendo que venimos de una tradición curricular determinada.

·         Aprender de las experiencias de países de nuestro entorno, adoptando lo mejor, evitando los errores y, en todo caso, adaptándonos a nuestro propio contexto.

·         Adoptar un diseño común basado en el consenso sobre los «aprendizajes esenciales para la vida y para poder seguir aprendiendo», que sean un buen referente:

o   que garantice un aprendizaje común en todas las etapas y favorezca la inclusión y la equidad.

o   que favorezca el ejercicio de la autonomía de las CC. AA. y los centros educativos que, en el ejercicio de sus competencias, podrán enriquecer el currículo con los aprendizajes específicamente adecuados en su contexto educativo, para conformar y consolidar el perfil competencial común del alumnado.

o   que favorezca igualmente la participación familiar y comunitaria.

·         Adoptar un modelo «amigable» para la comunidad escolar, sin neologismos, tecnicismos ni complejidades innecesarias que provoquen rechazo.

·        Planificar el liderazgo de la reforma; hacerla con el grado adecuado de participación/debate que le dé legitimidad.

El tercer FORO, con alumnado, directores y directoras de centros educativos y con experiencias que ya están funcionando, ha debatido sobre qué valor añadido aportaría un currículo basado en un enfoque competencial y cómo hacer una transición sensata, posible, operativa desde el actual que tenemos.

En resumen, ¿por qué un currículo competencial? [3]

·         Por tratarse de un modelo flexible y dinámico, que se adapta con relativa facilidad a los cambios.

·         Porque facilita la atención de las necesidades de un alumnado heterogéneo, lo que favorece su bienestar y su éxito escolar y ayudará, por tanto, a reducir la repetición y el abandono.

·         Porque el modelo de evaluación por competencias es un elemento clave para la inclusión y el éxito escolar.

·        Porque está alineado con las directrices internacionales más solventes y con los países de nuestro entorno, lo que favorece la convergencia entre los sistemas educativos europeos.

Y el último Foro celebrado para conocer las evidencias internacionales en torno a qué modelos curriculares han funcionado bien y por qué, con ponentes que han aportado una mirada global y un centro público de secundaria pionero en proyectos europeos.

Por tanto, ¿qué podemos aprender de nuestro entorno? [4]

·         La apuesta decidida por currículos competenciales.

·         La importancia de definir perfiles competenciales del alumnado.

·         La pertinencia de aumentar la autonomía de los centros, para favorecer la contextualización de los aprendizajes.

·        La apuesta firme y decidida por hacer de la equidad y la inclusión bastiones del sistema educativo.

El debate sobre el cambio educativo decía la ministra, lleva tiempo entre nosotros, acelerado, también por la digitalización, pero, sobre todo, por el desfase que se produce entre esos cambios acelerados de la sociedad que nos circunda y que hemos llamado, cambios disruptivos y las aportaciones que hace la escuela.

Hablando de epistemología de la ciencia, Karl Popper, solía decir que hemos pasado de la ciencia de los relojes, donde todo está ajustado al milímetro, a una ciencia de las nubes, con la incerteza y diversidad aleatoria y cambiante. Del mismo modo que camban los contextos, pero pervive la seguridad de la ciencia, aunque cambie nuestra sociedad, persiste el valor de la escuela.

Así que cambian las necesidades y las demandas curriculares pero la escuela es nuestra institución central para el progreso que hemos de activar.

El gran desafío que tenemos por delante es abrir la mente de nuestro alumnado, abrirla a la curiosidad para que sigan aprendiendo más allá de las paredes de la escuela.

Estimular el placer por aprender implica desafiar a nuestros jóvenes con contenidos también desafiantes y significativos para ellos y adecuados a sus ritmos e intereses. En definitiva, suscitar la curiosidad.

La escuela que ambicionamos como país, es una escuela inclusiva. Hoy el derecho a la educación es el derecho a la educación inclusiva, que sea capaz de observar todos los talentos y atenderlos conforme a su diversidad.

Una educación equitativa, que pone al alumnado en el centro del sistema, el alumno y la alumna son nuestros destinatarios, todo lo demás es procedimental, por mucho que el profesor sea el alma.

Entender y asimilar el significado de los porqués debe acompañarse con la capacitación de nuestro alumnado para que sepan qué hacer y cómo lo saben, y con que instrumentos, cómo aplicarlo en la práctica profesional y exigente que les espera, aderezada siempre con valores éticos de actuación, siempre conocimiento acompañado de buen comportamiento, porque toda sociedad del conocimiento se sustenta en un enfoque de las capacidades y de desarrollo humano, donde la equivocación no se entiende como carencia  o como exclusión , sino una fuente de aprendizaje más personalizado.

En suma, el debate curricular debe tener presente cómo aplicar lo aprendido en la escuela a la vida, para que nuestros alumnos y alumnas sepan resolver dilemas de complejidad creciente con una mirada larga puesta en la década de 2030.

La Agenda 2030 y el espacio europeo de educación son referentes y metas en las que nos debemos proyectar.

Incorporar esas demandas de cambio y de actualización de los contenidos y de las metodologías que comparten múltiples sectores de la comunidad educativa y especialmente de la propia sociedad y del tejido productivo demandan un nuevo currículo. Por ello, el documento base invita a repensar qué perfil competencial del alumnado se desea formar a lo largo de la educación, para ser capaz de ejercer una ciudadanía activa, responsable y comprometida con el mundo que le toque vivir y transformar a mejor.

Nos debemos preguntar qué aprendizajes resultan esenciales para garantizar una cohesión cultural común, un fondo universal y compartido de contenidos y valores que también responda, al mismo tiempo a las necesidades de un alumnado y unos contextos de aprendizaje y unas demandas sociales y económicas cada vez más diversificadas.

La escuela es garante de una continuidad que no puede caer en el inmovilismo, ni tampoco en cambios rupturistas, sino que ha de ser capaz de incorporar nuevos enfoques y maneras de garantizar un aprendizaje más interdisciplinar, globalizado y competencial.

En este proceso, damos con ejemplos de otros países de nuestro entorno que pueden inspirarnos, que nos ayudan a adaptar sus experiencias a nuestro propio contexto. A su vez, este proceso ha de tener en cuenta nuestro marco multinivel constituido por la conjunción entre el MEFP, el papel que desempeñan las CCAA y la nueva autonomía curricular que la LOMLOE otorga a los Centros Educativos, teniendo siempre en cuenta la nueva ecología del aprendizaje donde el ecosistema digital y el entorno comunitario intervienen también como agentes complementarios.

En un mundo donde todo ha cambiado en los últimos 20 años, la escuela no puede quedar aislada, no es una burbuja, ha de evolucionar con la sociedad, ha de prestarle respuestas, es más ha de ser catalizadora de los cambios, tiene que mirar no solo al presente, sino al futuro, y liderar toda la transición que sea eficiente para otorgar sentido y valor a nuestro alumnado.

Este debate es el primer paso hacia ese futuro lleno de posibilidades. El currículo y la evaluación son piedras angulares del proceso de transformación educativa que España va a emprender en consonancia con la transición digital y sostenible de la sociedad, la economía y los empleos.

En este debate que iniciamos, nos hemos de repensar como sociedad inclusiva y democrática, haciendo de la educación una luz intensa de modernidad y prosperidad que piensa en todos y en beneficio de todos.

 

[1] La Reforma del currículo en el marco de la LOMLOE. Documento base. Claves para el diálogo. Nov. 2020. Secretaría de Estado de Educación.

https://stecyl.net/wp-content/uploads/2020/12/DOCUMENTO-BASE-CURRICULO-MEFP-NOV-2020.pdf

[2] Ibid. P.9

[3] Ibid. P. 10

[4] Ibid. P. 15

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