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¿Qué impacto tiene el uso de las TIC en el rendimiento escolar en matemáticas?

By 23 febrero 2021marzo 9th, 2021No Comments
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La Fundación COTEC y la Fundación ISEAK presentaron recientemente el informe Tecnología en la educación. ¿Cómo afecta el rendimiento del alumnado? Que analiza el impacto del uso de la tecnología en el aprendizaje de las matemáticas.

Te puedes descargar el estudio completo aquí

El estudio realiza un análisis de microdatos del Informe PISA 2018 para determinar si las conclusiones de éste vienen determinadas por el uso desigual de las TIC o si, por el contrario, son las características del alumnado que las usa las que lo determinan. Asimismo, ha buscado conocer si las políticas y recursos de los centros educativos centradas en el uso de los dispositivos digitales tienen un impacto en el rendimiento académico de los estudiantes.

El estudio concluye que los adolescentes que realizan un uso bajo, medio y, en ocasiones, intensivo de las TIC en las aulas tienden a obtener mejores resultados en matemáticas, mientras que un uso muy intensivo conlleva penalizaciones muy significativas para los 22 países analizados y las 17 Comunidades Autónomas.

Los resultados ponen de manifiesto que, incluso en los países más avanzados en materia de integración de TIC en las aulas —como Finlandia o Estonia— existe un colectivo de usuarios de gran frecuencia que experimenta una penalización importante en términos de su desempeño en matemáticas cuando realizan un uso muy intensivo de las TIC. Este colectivo de usuarios muy intensivos representa cerca de un 20% de los estudiantes totales en cada país.

Centrándonos en el caso de España, se observa que la media de matemáticas en PISA 2018 es de 481 puntos, mientras que, si se excluyera al colectivo de usuarios de gran frecuencia, esta media ascendería a 492 puntos. Es decir, el colectivo de usuarios de TIC muy intensivos desciende la nota media nacional en matemáticas. En términos generales, el perfil de usuario muy intensivo está compuesto en mayor medida por hombres, repetidores, y con niveles reportados de bullying sufrido notablemente superiores a la media, tanto nacional (para los diferentes países analizados) como para cada región española.

Por colectivos, se observa que el impacto negativo del usuario muy intensivo es peor en el colectivo de bajo nivel socioeconómico para los 19 de los 22 países analizados. A nivel nacional, éste es el caso para 10 de las 17 Comunidades Autónomas.

Por género, se encuentra que, en dos de cada tres países analizados, el impacto es más negativo en mujeres que en hombres. Lo mismo sucede en 13 de las 17 regiones analizadas para España.

Por primera vez en este contexto, se ofrece un análisis de causalidad cuyo objetivo se centra en aislar el impacto de un uso excesivo de las TIC de otras características propias del grupo que pudieran estar sesgando el resultado. En este estudio, se encuentra que los usuarios muy intensivos podrían obtener peores calificaciones por el hecho de usar las TIC con gran frecuencia, y no por características propias del colectivo (o, al menos, no las que se recogen en la base de datos). Asimismo, este resultado se confirma cuando se desagrega el análisis por género y por el nivel socioeconómico del alumnado.

¿Qué razón puede estar llevando a los estudiantes más digitales a tener un peor desempeño en matemáticas? Mientras que los datos PISA no pueden dar una respuesta directa a esta cuestión, estudios previos (véase OCDE, 2018) sugieren que los dispositivos digitales y el conocido “multitasking” (realizar un gran número de tareas al mismo tiempo) pueden distraer al alumnado de las actividades de aprendizaje, en detrimento de la habilidad de los estudiantes para captar la información. La investigación también encuentra que, todavía hoy, la mayoría de los profesores muestran carencias en su formación en digitalización.

A raíz de estas potenciales carencias en el ámbito escolar, el estudio profundiza en el impacto de diferentes características de los centros escolares en materia del uso de dispositivos digitales. Es decir, se tienen en cuenta las políticas del centro en materia de uso de las TIC, así como la disponibilidad y potencia de los dispositivos digitales, y la capacidad del personal docente y técnico en implementar y apoyar en la integración, los dispositivos digitales en las aulas. Utilizando el cuestionario dirigido a la dirección de los diferentes centros, se observa que la política educativa y los recursos digitales de los centros escolares españoles han propiciado mejoras tímidas en el rendimiento en matemáticas, pero quizá no de la magnitud que cabría esperar. Estas mejoras son del orden de entre 3 y 5 puntos en general, lo que podría implicar ciertas mejoras en la calidad del uso de estos dispositivos. Por último, se observa que incluso en los centros donde estas políticas se implementan, el usuario muy intensivo sigue teniendo un desempeño menor en matemáticas en comparación con el usuario de muy baja frecuencia, si bien estas penalizaciones para los usuarios muy intensivos son —por lo general— menores en comparación con sus homólogos en cuyos centros no se aplican este tipo de políticas.

En este estudio, el impacto de la tecnología en el rendimiento en matemáticas ha mostrado una tendencia robusta en forma de “U” invertida. No obstante, existen ciertas limitaciones que se deben tener en consideración.

  • En primer lugar, la encuesta de PISA se dirige al alumnado adolescente, para el cual el uso de la tecnología puede tener un impacto diferente al de otros colectivos, debido a que los procesos cognitivos actúan de manera diferente en la etapa de la adolescencia.
  • En segundo lugar, PISA se enfoca principalmente en el impacto del uso de las TIC sobre los resultados de matemáticas. Es decir, la interpretación debe limitarse a este campo del conocimiento. No obstante, a nivel descriptivo, se ha observado que la forma de “U” invertida se mantiene para las áreas de ciencias y lectura — muy especialmente para ésta última—, por lo que esta tendencia podría darse también una vez se controlan por otras características del alumnado, pero esto debería ser corroborado en otro estudio.
  • Para otras áreas del conocimiento, podría ocurrir que el impacto del uso de la tecnología tuviera efectos diferentes, como pueden ser las humanidades o el arte, por ejemplo.
  • Otro aspecto de vital importancia se relaciona con el contenido de la base de datos de PISA. A pesar de la riqueza de la información que contiene, existen todavía diversas limitaciones que dificultan la interpretación del análisis. El primer aspecto es que la base de datos no permite identificar qué parte del alumnado de la muestra acude a la misma clase; en particular, la base de datos únicamente permite identificar a qué centro escolar acuden los estudiantes.

Por último, sería conveniente que el cuestionario TIC dirigido al alumnado se completara con cuestiones que pudieran relacionarse más directamente con el desempeño del alumnado, como aquéllas relacionadas con el pensamiento computacional aplicado a dispositivos digitales. E identificar si colectivo de usuarios muy intensivos está segregado en ciertos tipos de clases con características diferentes a las del centro, o si el profesorado responsable de su supervisión tiene características diferentes a las del resto del centro, también en el ámbito de la integración de los dispositivos digitales. Como se sugería en el informe, sería el propio sobreuso de las TIC lo que estaría penalizando a este colectivo.

Implicaciones de los resultados para la política pública

Los autores del informe proponen algunas cuestiones para conseguir una integración adecuada de las TIC en las aulas.

  • Para paliar esto, el centro y el profesorado deben hacer un seguimiento dirigido a supervisar y, en su caso, limitar el sobreuso (es decir, un uso por encima de 1-2 veces por semana) que el colectivo de usuarios muy intensivos esté realizando de los dispositivos digitales. Por otra parte, los resultados de este estudio se ciñen a la cantidad de uso de las TIC (medida en frecuencia de uso), y no estrictamente a la calidad de uso.

La dirección de los centros educativos debe cerciorarse de que los dispositivos digitales se estén integrando en las aulas con el objetivo para el que, presumiblemente, se diseñaron: producir mejoras en el desempeño académico del alumnado. Esto involucra tanto a la disponibilidad de recursos que posibiliten potenciales mejoras en el rendimiento del alumnado como a la formación del profesorado.

A este respecto, la aceleración del debate de la digitalización en las aulas debido a la Covid-19 ha tenido su primer impacto en la política educativa a nivel nacional, donde se ha formalizado el primer acuerdo sobre competencias digitales docentes.

En julio de 2020, el Boletín Oficial del Estado publicó el primer marco legal, acordado entre el Gobierno Central y las Comunidades Autónomas, sobre competencias digitales docentes (Ministerio de Educación y Formación, 2020). Esto marca un hito en la regulación digital en el ámbito educativo.

Así, para su correcta implementación, este marco deberá estar sujeto a revisiones periódicas que evalúen su impacto y permitan identificar posibles mejoras en su diseño. Para ello, es de vital importancia que el marco ofrezca la flexibilidad suficiente para adaptar los contenidos a las necesidades que, en la era digital, cambian a gran velocidad.

  • La siguiente medida implicaría a las familias del alumnado. Mientras que el informe se centra en el uso educativo de la tecnología en las aulas, se muestra también que, a nivel descriptivo, éste guarda una estrecha relación con el uso educativo en el ámbito del hogar. Un segundo estudio podría identificar si esta tendencia de “U” invertida entre el uso educativo de las TIC en el hogar y el rendimiento matemático se mantiene una vez se tienen en cuenta las características individuales del alumnado y del centro al que acude. Si esta tendencia se confirmara, en el ámbito privado también se debería identificar el tipo de uso que se hace de la tecnología, así como concienciar al alumnado acerca de las consecuencias de un uso que obstaculice el aprendizaje. Esta política es quizá menos trivial de implementar, debido a las complejidades específicas a cada hogar, pero podría canalizarse vía el centro escolar, mediante prácticas dirigidas a la orientación de las familias sobre cómo actuar ante este reto.
  • En tercer lugar, cabe destacar que la política pública a nivel regional y nacional puede desempeñar un papel fundamental en encauzar al alumnado hacia un uso de calidad de los dispositivos digitales. En las últimas décadas, las diferentes regiones españolas han aumentado de manera significativa su inversión en recursos TIC, pero esto no se ha visto necesariamente acompañado de mejoras en el desempeño académico del alumnado. Esto podría deberse, en parte, a que estas iniciativas fueron principalmente tomadas sin contar con un plan fundamentado para su implementación.

Ésta es precisamente una de las conclusiones de este informe: que la cantidad de uso no se corresponde siempre con mejores resultados. Si bien esta premisa aplica a todas las comunidades, sin excepción, el grado de penalización por un uso muy intensivo varía notablemente por regiones.

Por ello, la política educativa a nivel regional deberá identificar los factores causantes de esta tendencia —incluyendo una evaluación sobre el funcionamiento de las políticas TIC vigentes en cada región— con el fin de impulsar políticas que garanticen que el uso de las TIC cumple su función de mejorar el rendimiento académico del alumnado.

En definitiva, la inversión en recursos tecnológicos debe acompañarse de un plan integral sobre su implementación, seguido de evaluaciones rigurosas que cuantifiquen el impacto en el rendimiento del alumnado. Para que estas evaluaciones funcionen, debe generarse un registro detallado que recoja las diferentes características (en términos de recursos materiales y humanos, como la formación y apoyo del profesorado en la integración de los dispositivos en las aulas) que permitan identificar el impacto de estas iniciativas sobre el proceso de aprendizaje del alumnado.

Por último, el presente informe se centra en información del año 2017 y, por tanto, no recoge los efectos de la pandemia. El contexto actual de la Covid-19 permitirá evaluar el impacto de la docencia online en el rendimiento del alumnado. Si bien es aún temprano para evaluar el funcionamiento de esta modalidad, es innegable que su impacto se reparte de manera muy dispar en función de las características del alumnado, del profesorado y, de manera más general, del centro educativo.

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